Ayer dejaba mi breve repaso por la historia de los colores de los vestidos de novia, en el momento en que se popularizó el blanco como color nupcial.
En 1840 se celebró en Inglaterra la boda de la reina Victoria con su primo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Saalfeld. En una época en la que las novias pertenecientes a casas reales o nobles elegían mayoritariamente vestidos metalizados bordados en oro y plata, Victoria eligió el blanco. ¿Por qué?
Boda de la Victoria y Alberto, Robert Hayter, 1840
La reina Victoria y el príncipe Alberto a la salida de la ceremonia de su boda, grabado de S. Reynolds
A pesar de su corta edad, 21 años ese momento, Victoria no iba a su boda como princesa sino como reina consorte y el enlace con el príncipe Alberto la convertiría automáticamente en reina de pleno derecho de todo un imperio. No tenía que demostrar su riqueza o su poder ni quería ser un mero ornamento de la corona sino que quería demostrar que era una digna futura reina.
¿Cómo lo consiguió? A finales de los años 30 del siglo XVIII la industria tradicional textil inglesa se estaba viendo seriamente afectada por el desarrollo de la Revolución Industrial. La invención de una máquina de elaboraba encajes de forma industrial afectó a muchas pequeñas localidades y fábricas inglesas que basaban su riqueza en el encaje hecho a mano.
La reina Victoria quiso apoyar y estimular esa industria artesanal eligiendo una pieza soberbia de encaje de Honiton, con un dibujo que imitaba un diseño antiguo. Y para realzarla el blanco era la opción ideal, un fondo neutro sobre la cual el trabajo de los artesanos luciría en todo su esplendor. Siguiendo esta idea William Dyce diseñó para la reina un vestido blanco de satén liso con volante y cola de encaje. Y el mismo encaje se usó en el velo que completó el conjunto.
Es decir, en este caso, más que símbolo de pureza, el blanco era un símbolo de patriotismo y de identidad.
Otra de las razones que hizo muy especial esta boda es que la reina se casó enamorada. Parece algo habitual, pero tampoco lo era. Los matrimonios reales eran casi siempre pactos políticos, acuerdos entre familias y uniones concertadas. El romanticismo es una idea muy moderna y la reina Victoria fue una de las primeras que hizo ostentación de esta amor, el día de su boda y durante el tiempo que duró el matrimonio. Algo que en mi opinión pudo pesar en la siguiente elección de la reina: para adornar su vestido blanco llevó simplemente un collar y unos pendientes de diamantes. Y un broche de záfiro regalo del príncipe Alberto. También renunció a llevar corona o tiara y se adornó el pelo con una diadema de flores de naranjo, símbolo de la pureza y de mirto, símbolo de la felicidad doméstica y del amor.
Franz Xaver Winterhalte, La Reina Victoria con un vestido de boda, 1847
Que una reina de la importancia de Victoria eligiera tan pocas joyas en un día tan señalado era algo extraordinario y fue muy criticado en su época.
Ya sabemos que la reina Victoria no fue la primera novia blanca pero sí la que popularizó dicho color. La suya fue una boda ampliamente divulgada por todo occidente y pronto se convirtió en un referente estético, primero para las clases más altas (el blanco y el encaje seguían siendo un color y un tejido caros y difíciles de mantener) y el ascenso de la burguesía favoreció a su propagación entre las clases medias.
Además, la reina, se hizo retratar en numerosas ocasiones a lo largo de su vida luciendo dicho vestido, no sólo en cuadros sino también en grabados y fotos, lo que aumentó la popularidad del modelo.
La joven reina Victoria, Franz Xaver Winterhalter,1842
Sesión de fotos de 1854